martes, 1 de noviembre de 2011

Seppuku (Hara-kiri en la traducción, aunque no es lo mismo)

La paz en Japón durante el siglo XVII dejó en el paro a un montón de samuráis, que vagaban sin saber muy bien a qué dedicar su vida. Algunos se hicieron agricultores, pero la mayoría, que no sabían hacer nada más que pelear, tenían que vivir de lo que fuera. Eran los ronin. Muchos utilizaban la técnica de aparecer por la casa de un señor solicitando permiso para hacerse el hara kiri ceremonial, conocido como seppuku, y así dejar de llevar una vida perra. Para quitarse el marrón de encima, el señor o bien les daba trabajo o bien les daba algo de dinero y les pedía que fueran a otra casa a ponerlo todo perdido de sangre. Uno de estos ronin llega a la casa de un señor feudal con esta embajada, pero el señor, harto de estos ronin, decide aceptar la oferta, cosa que se ve que no entraba en los planes del individuo. Para más inri, éste ya no tiene espada y lleva una de bambú para no ir desconjuntado, pero que no corta ni el agua. Y hete aquí que le obligan a hacerse el hara kiri con la espada de bambú.

En estas otro antiguo samurái aparece por la misma casa con igual pretensión, pero este, a quien también se le acepta la oferta, pone algunas condiciones, entre ellas, que escuchen su historia. Y resulta que en el relato se descubre que el ronin a quien obligaron a matarse con el bambú era su yerno, y lo que iba a ser una ceremonia de seppuku se convierte en una venganza y una ensalada de sangre en blanco y negro.

Si digo que esta es la mejor película japonesa que he visto me quedo corto: es una puta obra maestra. Con su ritmo lento y su narración en imágenes, esta película es cine en estado puro, más cerca de Kubrick que de ningún otro director occidental. Para mí supera al maestro Kurosawa. Si la vais a ver (cosa que deberíais hacer sin dudarlo) elegid un buen momento: sin prisas, de tranqui.  Hay que meterse en el ritmo de la peli y absorber sus más de dos horas de imágenes. ¡Y no parpadeéis hacia el final u os perderéis los sablazos!

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