domingo, 9 de octubre de 2011

El árbol de la vida: te devuelven el dinero de la entrada

Así es como me enteré de la existencia de esta película, porque Pepe el Facha me dijo que en Polonia (sic) devolvían el dinero de la entrada del cine si te salías antes de la primera media hora, cosa que parece que la mayoría de la gente hace, y que él no había aguantado ni 20 minutos. Tampoco Yuri. Eso, que tiene la Palma de Oro de Cannes y que los críticos de El Mundo la ponen de obra maestra para arriba, era una tentación demasiado fuerte para no decidir echarle un vistazo al presunto truño. La vi, pese a su longitud (más de dos horas), y no me pareció tan terrible como lo pintaban. Quiero decir que he visto cosas mucho peores. Ahora bien, no deja de ser un truño. Pero no porque sea visualmente desagradable, o excesivamente lenta, o incomprensible, como dicen algunos, no, sino porque es cursi y mística hasta la náusea, y porque tiene un "recao" religioso que apesta. Supongo que el fulano que la ha dirigido (Terrence Malick), al parecer un "genio" de Texas (si tal cosa es posible), quiso hacer una réplica a 2001, una película eminentemente evolucionista y atea, y ha hecho algo que (a) tiene una parte de historia vital de una familia medioburguesa del medio oeste americano (arcada), con un rollo freudiano protagonizado por el hijo mayor (otra arcada), y (b) envuelve el paquete en un documental sobre el origen del universo, con mucho ordenador e imagen HD, con el único propósito de hacernos ver que el origen de la "gracia divina" se remonta ni más ni menos que a la época de los dinosaurios, o sea que es consustancial con el universo (me doy la vuelta de la arcada). El resultado es lo más parecido a un repollo con lazo rosa o a un gato con pegatinas. ¡Hasta la música resulta cursi y sensiblera! ¡Joder, si sólo falta el adagio de Barber! Y así, mientras 2001 es una película que no te puede dejar indiferente, ésta en cambio aburre y apesta.

Vamos, que Pepe tenía razón.

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